burro celoso mordió el pene de su dueño cuando este decidió amarrarlo para que no accediera a los encantos de una burra en celo.
La historia ocurrió en la vereda El Templo, jurisdicción del municipio de Ciénaga de Oro, donde estos animales son frecuentemente utilizados para las faenas del campo. Gabriel Zabala Núñez, un hombre dedicado a las labores rurales, llegó al potrero como lo suele hacer de manera rutinaria. Allí notó que había una pelea entre dos asnos por ganar los favores de una hembra en celo.
Para evitar que se maltrataran decidió amarrar a uno de ellos, mientras el otro disfrutaba las mieles con su compañera de raza.
Hasta allí la historia iba bien. A los pocos minutos Zabala decidió soltar al burro para ponerle la angarilla, elemento que simula una silla para que se siente el montador, y salir a hacer un recorrido por los potreros.
Justo en ese momento el animal corcoveó y se cayó la silla. Cuando su dueño se agachó para recogerla sintió un fuerte dolor. El burro le había mordido el pene.
Rapidamente salió hasta el municipio de Ciénaga de Oro con el fin de buscar ayuda médica. Sin embargo, en el hospital de primer nivel de la localidad le indicaron que no estaban preparados para atender ese tipo de emergencias.
El campesino cordobés no quiso esperar los trámites para ser remitido en una ambulancia y con sus propios recursos decidió contratar un taxi expreso que lo llevara hasta el hospital San Jerónimo de Montería, donde permanece recluido bajo observación médica.
Él no sabe cuál será su suerte final. Los médicos que lo han valorado le han dado un parte de tranquilidad y le han dicho que su virilidad no está del todo en riesgo.
No teme hablar del tema y sin ningún tipo de prevención cuenta una y otra vez cómo ocurrieron los hechos.
Su historia ha causado gracia en el centro asistencial pero, a juicio del campesino cordobés, ese es un tema tan serio que prefiere morir a tener que vivir con sus capacidades masculinas diezmadas.