Durante un programa de radio sobre casos de la vida real, transmitido por una emisora comunitaria en el sur-centro de Wisconsin, Estados Unidos, el hijo de inmigrantes mexicanos Anthony García relató una historia que hizo estallar las líneas telefónicas de la cabina de transmisión.
Sin embargo, la producción del programa decidió no sacar las llamadas al aire pues, aunque Anthony estaba contando una tragedia personal; la gran mayoría de las llamadas fueron hechas por mujeres que (si bien no se alegraban por su dolor) celebraban que hubiera aprendido la lección, aunque haya sido demasiado tarde.
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