Las madres que fuman más de diez cigarros al día durante el embarazo influyen de forma directa en la salud de sus hijos, pudiendo provocar en ellos una reducción en la concentración de esperma del 20 al 48 por ciento en comparación con los individuos no expuestos, en caso del varón, y una reserva limitada de ovocitos y subfecundidad en la descendencia femenina. Según explica Sergio Soares, director de la clínica IVI Lisboa y autor del estudio “las mutaciones en el esperma pueden ser transmitidas a la descendencia como cambios permanentes e irreversibles en la composición genética y pueden persistir en las generaciones futuras. Las consecuencias del hábito de fumar se extienden más allá del fumador”.

La investigación aborda el impacto del tabaquismo materno y paterno en la salud de los hijos en los últimos 20 años y demuestra que la exposición prenatal al tabaco está asociada con una elevada incidencia de malformaciones en el feto así como obesidad, hiperactividad y trastornos de comportamiento.

Aunque el tabaco está completamente contraindicado en cualquier momento de la gestación, el período más crítico se concentra durante el segundo y tercer trimestre, cuando se produce el desarrollo neuronal del bebé. Estudios realizados en grupos de niños de 10 años demostraron que los pequeños cuyas madres fumaron durante este periodo gestacional presentaban irritabilidad, falta de atención y reducida respuesta a estímulos auditivos, así como retraso en el lenguaje en comparación con otros niños no expuestos al tabaco en su etapa prenatal.

Ante esta situación, “las mujeres embarazadas y parejas en edad reproductiva deberían abstenerse de fumar y de la exposición a la nicotina: los riesgos para la salud de los descendientes van más allá de los efectos a corto plazo del deterioro de la función placentaria”, aconseja el doctor Bellver, ginecólogo de IVI Valencia y co-autor del estudio.

Fuente:dmedicina.com